Fernando Peláez

La pintura de Fernando Peláez tiene mucho que ver con la capacidad de fascinar, y al mismo tiempo de transmitir sensaciones, ya sean de inquietud o de silencio. En ese sentido, es una pintura con truco, porque es muy fácil entrar en ella pero muy difícil salir. Las pinturas de Peláez transfieren impresiones muy similares a las de la poesía visual (a veces puede recordar a grandes paisajistas, otras a Magritte, e incluso otras a Joan Brossa), es una pintura evocadora, cargada de simbolismo, de preguntas, de un arte interior profundo, como corresponde a un artista de raza, a un “artífice de bellas artes” en el sentido etimológico del término, que pinta porque le gusta pintar, porque ama su trabajo y, como decía Claudio Rodríguez en “Alto Jornal”, porque “nos abre su taller verdadero, y en sus manos brilla limpio su oficio, y nos lo entrega de corazón porque ama, y va al trabajo temblando como un niño que comulga mas sin caber en el pellejo”.


Autor del texto: Use Lahoz (escritor -premio Ojo Crítico de narrativa 2012 por La estación perdida y Premio Primavera 2013 por El año que me enamoré de todas-, profesor de lengua y literatura en el Instituto de Estudios Políticos de París y colaborador habitual de el diario El País y del programa El Ojo Crítico de RNE).


Imagen de portada: Fragmento de obra de Fernando Peláez